Esta firma del sector autopartista produce repuestos que se venden en todo el país e integra un Clúster del Freno, con otras empresas de la región. Con doce años en el mercado de reposición, apuesta por superar la difícil coyuntura para el sector automotriz y adelanta planes para el futuro.
¿Cuál es su cargo en la firma y cómo es tu historia en el sector autopartista?
Benítez: Soy el titular de la empresa, que arrancó a fines del año ‘98. Yo antes había trabajado en relación de dependencia muchos años para una empresa de Barrancas llamada IAAMSA, en el mismo rubro que ahora hacemos nosotros. El producto que hacía esa firma llegaba a los repuesteros de todo el país con marca propia, era una fábrica muy grande. Aunque también trabajábamos para línea, para terminales como FIAT, entre otras. Yo conseguí ese trabajo apenas había salido de la escuela técnica, entonces me sirvió para aprender mucho del oficio, para conocer el mecanizado de las piezas. En 1995 IAAMSA quiebra y yo intento un horizonte nuevo.
Monje Metal nace dos años después… ¿Qué hubo en el medio?
Benítez: Siempre digo que la vida te va dando posibilidades. Porque yo en ese entonces quedé totalmente afuera del rubro autopartista. Tenía 36 años en ese momento, la edad justa para arrancar, porque tenía experiencia y también proyección hacia adelante. Y un par de amigos me convocan para otro proyecto que no tenía nada que ver con el sector, pero que me sirvió muchísimo para aprender sobre comercialización. Yo me había pasado toda mi vida laboral adentro de un galpón. Y ahí empecé a tener contacto con los clientes, a saber vender un producto, a pensar en el mercado que puede tener lo que uno fabrica. Una de las cosas que hicimos fue elaborar chacinados artesanales en que después viajábamos a Buenos Aires y los vendíamos en las proveedurías de los countries, o en la Feria de Mataderos. Otro trabajo que tuve fue ser viajante de una firma de acá, de cepillos circulares para los camiones que barren las calles. De aquella época la recuerdo como que pude tomar contacto con las otras áreas que hacen a una empresa. Y un par de años después, se me vuelve a dar la oportunidad de vincularme a la metalurgia.
¿Cómo se dio ese regreso a la fábrica?
Benítez: Yo había comprado un torno. Y en 1999 me proponen armar una sociedad de trabajo, en la que nosotros teníamos que mecanizar piezas para una sola firma. Eso duró hasta el año 2001, cuando se complicó todo en la Argentina, ahí ese único cliente que teníamos cortó la relación con nosotros. Y me gusta hablar de «nosotros», porque a una empresa siempre la hacen varios, desde el que barre hasta el dueño. Yo no me desanimo y poco después, cuando empieza a revertirse la situación para la industria, empezó a haber mayor demanda de repuestos. Tuvimos que arrancar de cero, porque no teníamos ni un cliente. Y hoy, de aquel único torno y un solo cliente de 2001, pasamos a tener 150 clientes repartidos por todo el país.
¿En qué zonas venden?
Benítez: Por ubicación geográfica de la empresa, mucho en las provincias del Litoral, como Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa, y Santa Fe. Aunque por volumen de mercado, obviamente que estamos en Buenos Aires. Siempre tratamos de diversificar las zonas para que nuestra marca se vea en distintos lugares.
¿Qué productos elabora Monje Metal?
Benítez: Nosotros fabricamos y comercializamos cilindros de rueda, cilindros auxiliares y maestros de embrague, bombas de freno de simple y doble circuito. En total, tenemos casi 800 productos en nuestra lista, todos para el mercado de reposición.
¿Apuntaron alguna vez a las terminales?
Benítez: Para las empresas Pyme no es tan fácil ser proveedores de una terminal. En algún momento podremos hacerlo, pero somos todavía una empresa joven. Nos estamos preparando e intentando crecer, más allá de la coyuntura complicada. Entre otras cosas, lo que se necesita es un muy buen sistema de gestión. Nosotros tenemos uno, que compartimos con varias firmas colegas.
¿Cómo surgió la idea de compartir un programa de gestión con colegas?
Benítez: En el caso del programa de gestión, lo pudimos implementar gracias al apoyo de la Agencia de Desarrollo Regional de Gálvez. Y lo que estamos haciendo hace algunos años es conformarnos como Clúster de la Industria del Freno. La última iniciativa es un laboratorio de ensayos para pruebas hidráulicas, que estamos en la última etapa de su construcción.
¿Y la idea del Clúster cómo se dio?
Benítez: En 2008 empezamos a trabajar juntos. Somos cinco empresas de la región (Monje Metal, de Monje; Gomac, de Maciel; Imbasa, Metali SA y Metalúrgica San José, de Barrancas). Creo que lo bueno fue lograr una visión a largo plazo. Somos todas firmas que competimos por el mismo mercado nacional de reposición. Pero entendimos que había potencial en la región, y cada uno podía seguir teniendo un lugar. Hoy tenemos proyectos en común y asociatividad. Si a mí me falta alguna pieza, se la puedo pedir a los integrantes del Clúster.
¿Y por qué tantos talleres e industria del freno en la misma zona?
Benítez: Acá en la zona muchos trabajamos en el mismo rubro, porque de algún modo somos herederos de la tradición de IAAMSA, que fue muy grande y estaba ubicada acá en Barrancas, la firma en la cual empecé yo como operario.
¿De qué se trata este laboratorio?
Benítez: Se está avanzando a nivel internacional con una nueva normativa C.H.A.S, para la resistencia de las pastillas de freno. Acá en la Argentina todavía no se implementó. En muy poco tiempo, seguramente, ese certificado de calidad va a estar en vigencia para las automotrices locales. Ese estándar lo valida una prueba hidráulica que en el país todavía nadie la hace. Nosotros estamos trabajando con el INTI de Rafaela desde 2008, desde que nos conformamos como clúster. Y en estos seis años estuvimos participando en la elaboración de esa nueva normativa. Esto significa analizar bajo qué condiciones el freno funciona bien, según las distintas temperaturas, etc. Tenemos hechos también los bancos de prueba. Cuando la norma esté terminada, el laboratorio se pone en marcha. Nosotros al edificio ya lo tenemos levantado. Le faltan solamente las ventanas y terminaciones. Quiero destacar, en este proyecto, a la comuna de Barrancas que nos donó el terreno.
¿Qué otras iniciativas han tenido desde el Clúster?
Benítez: Hicimos un relevamiento de la cantidad de unidades que se fueron fabricando cada año. Y eso a nosotros nos permite planificar. En nuestro rubro sabemos, por ejemplo, cada 80 o 100 mil kilómetros, los autos necesitan hacer reposición de frenos. Entonces, si vos tenés como hubo entre 2010 y 2013 un boom de ventas de autos 0 km, tenés que prepararte para tener buen volumen de ventas seis o siete años después. Por eso, en este sentido, la coyuntura de estos primeros meses del año, con suspensiones en las terminales y caída en las concesionarias, no ha impactado tanto en nuestro mercado. Sí perdimos ventas, un 10 por ciento aproximadamente, sobre todo por la inflación.
En la región en la que está su empresa hay varias firmas del mismo sector, ¿tienen dificultades para conseguir personal capacitado?
Benítez: Tenemos una escuela técnica en Barrancas, de la que salen los empleados que trabajan en las empresas de la zona. Por eso en el laboratorio vamos a tener un aula, para realizar capacitaciones específicas. La idea es relacionarnos más con la escuela y que en el futuro los alumnos puedan aprender el oficio.
¿Qué cantidad de empleados tiene hoy Monje Metal y en qué predio funciona?
Benítez: Tenemos seis empleados, dos de ellos llegaron como pasantes, gracias a un acuerdo que posibilitó el gobierno provincial, un convenio con la Escuela Técnica y con la Cámara de Industria de Gálvez. Ahora quiero ayudarlos para que puedan seguir estudiando algo, que no se queden solamente con el haber terminado sexto en la Técnica, quizás haciendo media jornada en la planta.
Nuestro galpón tiene unos 250 metros.
¿Cuáles son las expectativas para adelante?
Benítez: A nosotros, como a cualquier micro o pequeña empresa, nos golpea mucho la carga tributaria y la inestabilidad. Y nos preocupa que persista la inflación. Porque nuestros números están muy ajustados, y no podemos trasladar toda la suba de los insumos, como el combustible o las herramientas, al precio. Nosotros que tenemos viajantes, vemos que el gasto en la calle subió mucho. Pero cuando el panorama aclare un poco, intentaremos avanzar con un plan de ampliación de la planta, agrandando hacia atrás en una propiedad que ya compramos. Esa va a ser una zona limpia, porque el ensamblado tiene que estar despejado por completo de agentes contaminantes. La idea es lograr más espacio en la fábrica, para el día de mañana -si podemos y el mercado lo permite- mejorar en volumen y en calidad. Yo creo que tenemos que apuntar a un cambio tecnológico, porque nosotros lo que fabricamos son sistemas de seguridad. La apuesta, en definitiva, es la de seguir creando riqueza y trabajo para el país. Por eso a mis colegas industriales lo que les digo es que tratemos de no aflojar, que hemos pasado las crisis más graves, y que tenemos que sortear esta coyuntura y mirar hacia adelante.