Es Gerente Comercial de la firma de Villa Cañás, del sector carrocero. Hijo de su titular y fundador, relata la historia de la empresa, que arrancó hace más de 30 años haciendo rastras en un galpón alquilado y hoy fabrican y venden trailers, carretones y tolvas a la industria agropecuaria, minera y petrolera.
¿Cómo empezaron con la empresa?
Ariel Marcellini: La fundó mi padre, hace más de treinta años. Él había empezado trabajando en un taller mecánico, como empleado, en el que arreglaban máquinas agrícolas. El titular de esa firma fallece en un accidente y al poco tiempo el taller cierra. Los empleados que había en ese momento, recibieron herramientas a modo de indemnización. Y mi papá decidió alquilar un galpón y con eso que había cobrado ponerse un tallercito propio. Primero hacía reparaciones y después se largó a fabricar. De a poco, invirtiendo mucho tiempo y al principio cada diferencia que podía hacer, fue creciendo. Yo era muy chico en ese momento, tenía cuatro o cinco años, pero recuerdo que él estaba más tiempo en la fábrica que en casa. Hubo una época, que hacía rejas que servían para trabajar en el campo, que mi padre siempre salía a la madrugada para ir primero que todos al taller, porque a las siete de la mañana cuando entraba el personal, ya tenían que estar los hornos prendidos.
¿Qué fabrican?
Marcellini: Hoy, tolvas, carretones, bateas y trailers. Pero en un principio, como en la zona de del sur de Santa Fe adonde estamos nosotros es muy agrícola, lo que se hacía era herramientas para rotar la tierra, como rastras, discos y rolos. Luego, dimos un salto cuando empezaron a entrar cosechadoras grandes importadas, que un concesionario de acá de Villa Cañás, le preguntó a mi papá si podía fabricar algo que permita llevar las máquinas. Nos animamos y empezamos con los carretones, para trasladar máquinas de gran porte. En ese momento no teníamos ninguna norma, no teníamos marca, tuvimos que gestionar todo. Todavía no teníamos la ISO, que tenemos desde 2003 en adelante. Pero pudimos hacerlo. Y hoy, además de abastecer a la producción del campo, le vendemos a la industria petrolera y minera.
¿Cuándo se incorpora usted a la empresa?
Marcellini: Yo desde siempre fui teniendo contacto. Pero a los 18 entré a la empresa formalmente. Hoy tengo 36, así que hace casi veinte años que estoy trabajando acá. Ahora, junto a mi padre y mi hermana, integramos el directorio de la firma.
¿Cuántos empleados tienen?
Marcellini: Hoy 90 empleados. Hemos tenido épocas muy malas, como a fines del 2000, en 2001. En aquel momento no cerramos, pero nos tuvimos que achicar mucho. Pero después empezamos a levantar cabeza. Y en 2005, nos habíamos podido mudar del galpón original al predio en el que estamos hoy, que tiene casi 5 mil metros.
De aquel comienzo con muy poco, a este presente con una empresa ya consolidada, ¿cambió mucho el día a día?
Marcellini: Como expliqué recién, seguimos siendo una empresa familiar, en la toma de decisiones. Yo estoy encargado de la parte comercial y mi hermana de la administrativa. Lo que sí puedo decir es que ese espíritu y esa confianza que nos da estar a los hijos del titular en el directorio de la empresa, se complementa con una profesionalización de la gestión que nos sirvió mucho. Nosotros nos vinculamos hace un tiempo con una consultora que se llama Cross Howard, que nos ayudó con la norma ISO, que tiene presencia en varios países. Hoy, por ejemplo, trabajamos con ingenieros, dibujantes, proyectistas. Pasamos de ser un taller a ser una industria. Y eso implica capacitarse, tener la mente abierta al cambio, poder innovar.
¿Cómo caracterizar entonces la actualidad de la empresa?
Marcellini: Diría que no somos una “empresa monstruo”, pero que sí hemos crecido y que estamos orgullosos de haber llegado al lugar en el que estamos, y que vamos a seguir trabajando para mejorar y crecer. Tenemos mucha gente trabajando y todos están comprometidos con la fábrica. Vemos, por ejemplo, chicos que arrancaron como soldadores que hoy ya tienen un cargo y más responsabilidad. Somos una fábrica que aunque es de escala chica, está bien ordenada, limpia, en la que nos preocupamos por el layout, por cuidar a los clientes, por tener el mejor servicio de post venta que podamos. Porque para nosotros, cada venta no es solamente un número. Como arrancamos bien de abajo, sabemos que cuesta a veces mucho conseguir un cliente y que si no lo cuidás, lo podés perder en un segundo.
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